miércoles, 30 de marzo de 2011

El dilema: la realidad o la complacencia

... uffff... qué día más duro, cuántas dudas y qué sentimiento de culpa inapropiado. Según nuestro juramento hipocrático tenemos que ser fieles a nuestros principios: justicia, autonomía, beneficiencia y no maleficiencia.
¿Cómo podemos transmitir una información correcta cuando los receptores se niegan a la realidad?
¿Cómo podemos asumir la impotencia de qué se tomen la libertad de poner en juicio tu valía y tu profesionalidad cuando eres fiel a tus principios?
¿Por qué? Tantos porqués hay en mi mente en estos momentos...
Trabajar de cara al público es algo complicado ya que a parte de realizar tu trabajo lo mejor posible, en ciertos momentos hay que aguantar estoicamente las faltas de respeto, la ira contenida, la manipulación y la opinión que se fraguan por conocimientos básicos, observar monitores durante días, búsqueda bibliográfica,... de los usuarios que demandan la atención para ellos mismos o para sus familiares.
Pero ¿qué pasa con la sensación amarga que se nos queda? ¿Porqué en esas situaciones en vez de afianzar tus principios llegas a considerar no cumplirlos? ¿Qué hay del desamparo que le queda a un profesional cuando se le cuestiona sin fundamento?
Todas estas reflexiones vienen al caso porque hace bien poco tuve que sobrellevar una situación parecida. No sólo tuve que aguantar que se cuestionase mi profesionalidad por mi aspecto ("parezco demasiado joven para el trabajo que desempeño" jajaja) sino que tuve que soportar que se insinúase entre advertencias e insultos que mi principal propósito es de actuar contra todos mis principios (dañar a un paciente y a sus familiares no sólo física sino psicológicamente) y aún después de intervenir a mi favor mis superiores, percibí la obligación de aceptar unas disculpas que justificaban estos hechos por mi "mal hacer".

Comparto esto con vosotros porque creo que es necesario el entrenamiento para poder enfrentar estas situaciones, para adquirir habilidades para ser fieles a nuestros principios y para recordar que si nosotros en nuestros puestos de trabajo tenemos derechos y obligaciones, no olvidéis que una de nuestras obligaciones es dar parte de estas situaciones para que el sistema se consciente de nuestro desgaste emocional por ser buenos profesionales aunque quién reciba nuestra atención no lo considere y actúe en consecuencia de ello. Luchemos por la justicia y por el buen hacer, cueste lo que cueste.

domingo, 6 de marzo de 2011

Dulce bienvenida!!!

Hola a todos!!! Jo!! Estoy tan nerviosa que no sé que es lo que debería poner en esta primera entrada que aparecerá en mi blogg, pero le haré caso, otra vez, a un buen amigo y me dejaré llevar porque para esto se ha creado Gloria intensiva para dar rienda suelta a todas las emociones que por discreción, por educación o por cualquier circunstancia de nuestra vida adulta la guardamos en nuestro interior.
Esto es la llamada para todos los que tienen de forma más o menos marcada el clásico Síndrome de Peter Pan, así que cerrar los ojos y sentir esos polvos mágicos.
Los sentis ??  Qué volamos juntos???